Chapada Diamantina
Parecía que estábamos perdidos.
Cataratas suicidas, ríos rojos y negros, trekking con aranas y serpientes, calles de piedra, cero periódicos, un sólo taxista en Lençóis, Chapada Diamantina, todo eso y mucho más. Luanda, esa cintura de volverse loco, esse inglés impecable, ese portugués charmoso, esa obsesión por los fantasmas. Y la Nega, feijoada y prato feito, risas siempre al desayuno. Y Karen from Denmark, lovely girl, largas conversaciones sobre música y cine. Lençois, beleza.
. diamantina beleça .
. nega .
Pero lo mejor, casualidad o destino, llegó cuando parecía que estábamos perdidos: Gilberto Castro Moura, garimpeiro.
Chapada Diamantina por los diamantes que allí se encuentran, em ls montanas, en los ríos, entre las piedras de color blanco y rosa, en lo profundo de la tierra. Encontrar diamantes, eso es la Garimpa, actividad prohibida porque ahora el lugar es un gran parque nacional, lo que está bien para mí pero no para Gilberto, que no tiene carnet oficial, que hace su trabajo como lo hacían sus padres, sus abuelos, “depredando la tierra”, a veces una chispita de dos milímetros al més, de 10 a 50 reales, a veces uma sorpresa de 1000 ó 2000 reales, pagar las deudas, dar algo a los hijos, comprar cachaça y seguir en la garimpa.
. pai Inacio trekking, paisaje de parque .
Y estábamos perdidos o más bien en la ruta equivocada, en la Serra do Veneno y en el camino hacia una cachoeira distinta. Ahí lo encontramos. Nosotros, locos del trekking, enemigos de los guías, exploradores sin mapas, toda nuestra inocencia. Ahí apareció él, con su escopeta, con sus pies gastados, su tabaco en la boca, sus conversaciones, su infatigable vehemencia para abrir camino entre matorrales, serpientes y precipicios, Trekking Pro.
. gilberto .
Y detrás, el tío y yo. Y más atrás su perrito, Beludo, saltando entre las rocas, que momento inolvidable, que experiencia genuina de millones de kilates. Al final, luego de varias horas y tras pasar por la gruta donde moraba Zé Caramba, ah, ah, por Dios, llegamos a la Cachoeira do Sossego, catarata roja, una zambullida, fotografías bajo el agua, esa sensación de triunfo que sin Gilberto hubiera sido imposible. Nunca lo volvimos a ver y yo quedé debiéndole una foto y mucho más. A Gilberto, al garimpeiro, a quien da nombre a la Chapada Diamantina.
Cataratas suicidas, ríos rojos y negros, trekking con aranas y serpientes, calles de piedra, cero periódicos, un sólo taxista en Lençóis, Chapada Diamantina, todo eso y mucho más. Luanda, esa cintura de volverse loco, esse inglés impecable, ese portugués charmoso, esa obsesión por los fantasmas. Y la Nega, feijoada y prato feito, risas siempre al desayuno. Y Karen from Denmark, lovely girl, largas conversaciones sobre música y cine. Lençois, beleza.
. diamantina beleça .
. nega .
Pero lo mejor, casualidad o destino, llegó cuando parecía que estábamos perdidos: Gilberto Castro Moura, garimpeiro.
Chapada Diamantina por los diamantes que allí se encuentran, em ls montanas, en los ríos, entre las piedras de color blanco y rosa, en lo profundo de la tierra. Encontrar diamantes, eso es la Garimpa, actividad prohibida porque ahora el lugar es un gran parque nacional, lo que está bien para mí pero no para Gilberto, que no tiene carnet oficial, que hace su trabajo como lo hacían sus padres, sus abuelos, “depredando la tierra”, a veces una chispita de dos milímetros al més, de 10 a 50 reales, a veces uma sorpresa de 1000 ó 2000 reales, pagar las deudas, dar algo a los hijos, comprar cachaça y seguir en la garimpa.
. pai Inacio trekking, paisaje de parque .
Y estábamos perdidos o más bien en la ruta equivocada, en la Serra do Veneno y en el camino hacia una cachoeira distinta. Ahí lo encontramos. Nosotros, locos del trekking, enemigos de los guías, exploradores sin mapas, toda nuestra inocencia. Ahí apareció él, con su escopeta, con sus pies gastados, su tabaco en la boca, sus conversaciones, su infatigable vehemencia para abrir camino entre matorrales, serpientes y precipicios, Trekking Pro.
. gilberto .
Y detrás, el tío y yo. Y más atrás su perrito, Beludo, saltando entre las rocas, que momento inolvidable, que experiencia genuina de millones de kilates. Al final, luego de varias horas y tras pasar por la gruta donde moraba Zé Caramba, ah, ah, por Dios, llegamos a la Cachoeira do Sossego, catarata roja, una zambullida, fotografías bajo el agua, esa sensación de triunfo que sin Gilberto hubiera sido imposible. Nunca lo volvimos a ver y yo quedé debiéndole una foto y mucho más. A Gilberto, al garimpeiro, a quien da nombre a la Chapada Diamantina.
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on lunes, junio 12, 2006 at lunes, junio 12, 2006.
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